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Los Mitos Fundacionales

del Estato de Israel


Por Roger Garaudy


Parte 1 I Parte 2 I Parte 3 I Parte 4 I Parte 5 I Parte 6 I Parte 7 I Parte 8

 

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Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. La Gestapo preguntó al Betar que compensación le parecía la más adecuada. El movimiento solicitó que la reciente prohibición que se les había impuesto de no poder llevar camisas pardas les fuera levantada; la solicitud fue atendida (94).

Una circular de la Wilhelmstrasse indica: los objetivos propuestos por esta categoría (la de los judíos que se oponen a la asimilación y que son favorables a un reagrupamiento de sus correligionarios en el seno de un hogar nacional), en cuyo primer rango se encuentran los sionistas, son los que se apartan menos de los fines que persigue realmente la política alemana en relación con los judíos (95).

No hay ninguna razón, escribía Bülow-Schwante al Ministerio de Interior, para poner trabas con medidas administrativas a la actividad sionista en Alemania pues el sionismo no está en contradicción con el programa del nacional-socialismo cuyo objetivo es el de que salgan progresivamente los judíos de Alemania (96).

Esta directiva confirmando las medidas anteriores se aplicó al pie de la letra. En virtud de este estatuto privilegiado del sionismo en la Alemania nazi, la Gestapo de Baviera, el 28 de enero de 1935, dirigía a la policía la siguiente circular: los miembros de la organización sionista, por su actividad orientada a la emigración hacia Palestina, no deben ser tratados con el mismo rigor que es necesario para los miembros de las organizaciones judías alemanas (aislacionistas) (97).

La organización sionista de los judíos alemanes tuvo una existencia legal hasta 1938, cinco años después de la llegada del Hitler al poder La Jüdische Rundschau (periódico de los sionistas alemanes) salió hasta 1938 (98).

En compensaclón por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boycot que pretendían realizar todos los antifascistas del mundo. Así en 1933 iniciaron la colaboración económica y fueron creadas dos compañías: la Haavara Company en Tel-Aviv y la Paltreu en Berlín. El mecanismo operativo era el siguiente: un judío que deseara emigrar depositaba en la Wasserman Bank de Berlín o en la Warburg Bank de Hamburgo, una cantidad mínima de 1.000 libras esterlinas. Con esta suma, los exportadores judíos podían comprar mercancías alemanas con destino a Palestina y pagaban el valor correspondiente en libras palestinas, en la cuenta de la Haavara, en la Banca Anglo-palestina en Tel-Aviv. Cuando el emigrante llegaba a Palestina, recibía el equivalente de la suma que había depositado en Alemania. Varios futuros Primeros Ministros de Israel participaron en la empresa de la Haavara, concretamente Ben Gurión, Moshé Sharret (que entonces se apellidaba Moshé Shertok), la Sra. Golda Meir, que la apoyó desde Nueva York, y Levi Eshkol, que era su representante en Berlín (99).

La operación era ventajosa para ambas partes; los nazis conseguían así romper el bloqueo (los sionistas hacían fortuna vendiendo mercancías alemanas incluso a Inglaterra); y los sionistas realizaban una inmigración selectiva, tal y como deseaban.

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Sólo podían inmigrar los millonarios (cuyos capitales permitirían el desarrollo de la colonización sionista en Palestina). De acuerdo con los fines del sionismo era más importante salvar de la Alemania nazi los capitales judíos, permitiendo el desarrollo de su empresa, que las vidas de los judíos pobres, o ineptos para el trabajo o para la guerra, lo que hubiera supuesto una carga. Esta política de colaboración duró hasta 1941 (es decir durante ocho años tras la llegada de Hitler al poder). Eichmann tenía contacto con Kastner. El proceso de Eichmann descubrió, en parte al menos, los mecanismos de estas connivencias, de estos intercambios entre judíos sionistas útiles para la creación del Estado judío (personalidades ricas, técnicos, jóvenes aptos para el ejército, etc.) v una masa de judíos menos favorecidos, abandonados en las manos de Hitler.

El Presidente de este Comité, Ytzhak Gruenbaum declaraba el 18 de enero de 1943: El sionismo es lo primero...

Van a decir que soy antisemita, respondió Gruenbaum, que no quiero salvar el Exilio, que no tengo a warm yiddish heart () Dejémosles decir lo que quieran. No exigiría de la Agencia Judía que asigne la cantidad de 300.000 ni de 100.000 libras esterlinas para ayudar al judaísmo europeo. Y pienso que quien quiera que exija tales cosas realiza un acto antisionista (100).

Este era también el punto de vista de Ben Gurión:

La tarea del sionismo no es la de salvar al resto de Israel que se encuentra en Europa, sino la de salvar la tierra de Israel para el pueblo judío (101). Los dirigentes de la Agencia Judía estaban de acuerdo sobre el hecho de que la minoría que podía ser salvada debería ser escogida en función de las necesidades del proyecto sionista en Palestina (102).

Hannah Arendt, una de las más eminentes defensoras de la causa judía en sus estudios y en sus libros, asistía a los debates. A ellos les dedicó un libro: Eichmann en Jerusalén. En él demuestra (103) la pasividad e incluso la complicidad de los consejos judíos (Judenrat) cuyos dos tercios estaban dirigidos por sionistas.

Otro libro, escrito por Trunk (104) dice: De acuerdo con los cálculos de Freudiger, el cincuenta por ciento de los judíos podrían haberse salvado si no hubieran seguido las instrucciones de los Consejos judíos (105). Es significativo que durante la celebración del 50 aniversario de la sublevación del ghetto de Varsovia, el Jefe del Estado israelí solicitó a Lech Walesa que no concediera la palabra a Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección y uno de los sobrevivientes. En 1993, Marek Edelman concedió una entrevista a Edward Alter del periódico israelí, Haaretz, en la cual recordaba quienes habían sido los verdaderos instigadores y héroes del Comité judío de lucha del ghetto de Varsovia. Los socialistas del Bund, los antisionistas, los comunistas, los troskistas, los Mihaïl Rosenfeld y los Mala Zimetbaum, junto a Edelman y una minoría de sionistas de izquierdas del Poalei Zion y del Hashomer Hatzaïr. Fueron los que lucharon contra el nazismo empuñando las armas, como lo hicieron los judíos voluntarios de las Brigadas Internacionales en España y

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durante la ocupación en Francia, los miembros judíos de la M.O.I. (Mano de Obra Inmigrada).

Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial y más tarde del Congreso Mundial Judío, narra, en su Autobiografía, su dramático encuentro con el Ministro de Asuntos Exteriores checo, Edouard Bénès, en 1935, que reprochaba a los sionistas haber quebrantado el boycot de Hitler por la Haavara (Ios acuerdos de transferencia) y el rechazo de la Organización Sionista Mundial a organizar la resistencia contra el nazismo.

En mi vida,he debido tomar parte en numerosos encuentros penosos, pero jamás me sentí tan desgraciado y avergonzado como durante aquellas dos horas. Sentía, en todas las fibras de mi ser, que Bénès tenía razón (106).

Apostando por la oposición a Inglaterra, los dirigentes sionistas tomaron contacto con Mussolini desde 1922. Les recibió tras la Marcha sobre Roma de 1922, concretamente el 20 de diciembre (107). Más adelante Weizmann fue recibido por Mussolini el 3 de enero de 1923 y en otra ocasión el 17 de septiembre de 1926. Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial, se entrevistó el 26 de octubre de 1927 con Mussolini que le dijo: Os ayudaré a crear el Estado judío (108).

Esta colaboración constituía un sabotaje a la lucha antifascista internacional, subordinaba toda la política sionista al único propósito de construir un Estado judío en Palestina. Continuó durante la guerra, incluso en el momento en el cual la persecución hitleriana de los judíos europeos fue más atroz. Durante la deportación de los judíos húngaros, el Vice-presidente de la Organización Sionista, Rudolf Kastner, negoció con Eichmann sobre la siguiente base: si Eichmann permitía la salida hacia Palestina de 1684 judíos útiles para la edificación del futuro Estado de Israel, Kastner le prometía a Eichmann convencer a los 460.000 judíos húngaros que no se trataba de una deportación a Auschwitz, sino de un simple traslado.

El juez Halevi recordaba durante el proceso de Eichmann que Kastner intervino para salvar a uno de sus interlocutores nazis: uno de los ejecutores de Himler, el Standarteführer Kurt Becher. El testimonio de Kastner, en el proceso de Nuremberg, consiguió que escapara al castigo. El juez fue taxativo: no hubo ni verdad, ni buena fe en el testimonio de Kastner Kastner perjuró a sabiendas, en su declaración ante este Tribunal, cuando negó que intercedió en favor de Becher. Además ocultó este importante hecho: su diligencia en favor de Becher la hacía en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío Está claro que la recomendación de Kastner no fue efectuada a título personal, sino en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío y fue por lo que Becher fue puesto en libertad por los Aliados.

Tras el juicio, la opinión pública israelí se estremeció. En el diario Haaretz el Dr. Moshé Keren escribía, el 14 de julio de 1955: Kastner debió ser inculpado por colaboración con los nazis Pero el diario vespertino Yediot Aharonoth (23 de junio de 1955)

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explicaba el por qué no podía ser así Si Kastner es llevado ante los tribunales, el gobierno en pleno correría el riesgo de derrumbarse totalmente ante la nación, como consecuencia de lo que tal proceso descubriría.

Lo que corría el riesgo de ser descubierto era que Kastner no había actuado solo sino en combinación con otros dirigentes sionistas que formaban parte, en el momento del proceso, del Gobierno. La única forma de evitar que Kastner hablara y estallara el escándalo, era que Kastner desapareciera. Murió en efecto de forma providencial, asesinado en los peldaños del Palacio de Justicia y el Gobierno israelí interpuso un recurso ante el Tribunal Supremo para rehabilitarle. Fue lo que obtuvo. La política de colaboración alcanzó su punto culminante en 1941, cuando el grupo más extremista de los sionistas, el Lehi (Combatientes para la Liberación de Israel) dirigido por Abraham Stern y tras su muerte por un triunvirato del que formaba parte Itzak Shamir, cometió un crimen imperdonable desde el punto de vista moral: proponer una alianza con Hitler, con la Alemania nazi, contra Gran Bretaña (109).

M. Eliezer Halevi, sindicalista, laborista conocido, miembro del Kibbutz Gueva, reveló en el semanario Hotam de Tel-Aviv (en fecha 19 de agosto de 1983) la existencia de un documento firmado por Itzak Shamir (que por aquel entonces se llamaba Yezernitsky) y Abraham Stern, enviado a la Embajada de Alemania en Ankara, cuando la guerra en Europa estaba en su punto crítico y las tropas del Mariscal Rommel se encontraban ya en suelo egipcio.

En él se decía expresamente: En la filosofía de los conceptos, nos identificamos con Vds. ¿Por qué entonces no colaborar unos con otros? Haaretz, en su edición del 31 de enero de 1983, cita una carta marcada con la estampilla de secreto, remitida en enero de 1941 por el embajador de Hitler en Ankara, Franz Von Papen, a sus superiores, dando cuenta de los contactos con los miembros del grupo Stern. Se adjuntaba un memorándum del agente de los servicios secretos nazis en Damasco, Werner Otto Von Hentig, sobre las conversaciones con los emisarios de Stern y de Shamir, donde se dice entre otras cosas que la cooperación entre el Movimiento de Liberación de Israel y el Nuevo Orden en Europa será de acuerdo con uno de los discursos del canciller del III Reich en el que Hitler subrayaba la necesidad de utilizar cualquier combinación de coalición para aislar y vencer a Inglaterra. Y allí se dice además que el grupo Stern está estrechamente vinculado a los movimientos totalitarios en Europa, a su ideología y a sus estructuras. Estos documentos se encuentran en el Memorial del Holocausto (Yad Vachem) en Jerusalén, clasificados bajo el número E234151-8.

Uno de los jefes históricos del grupo Stern, Israël Eldad, confirma, en un artículo publicado en el periódico de Tel-Aviv, Yediot Aharonoth, del 4 de febrero de 1983, la autenticidad de estas conversaciones entre su Movimiento y los representantes oficiales de la Alemania nazi. Afirma sin ambages que sus compañeros habían explicado a los nazis que una identidad de intereses entre un Nuevo Orden

[42] en Europa, según la concepción alemana, y las aspiraciones del pueblo judío en Palestina, representada por los combatientes para la libertad de Israel (el grupo Stern) era posible.

Transcribimos los principales párrafos de ese texto:

Principios básicos de la Organización Militar Nacional (NMO) en Palestina (Irgún Zevaï Leumi) relativos a la solución de la cuestión judía en Europa y la participación activa del NMO en la guerra al lado de Alemania.

Se desprende de los discursos de los dirigentes del Estado Nacionalsocialista alemán que una solución radical de la cuestión judía implica una evacuación de masas judías de Europa (Judenreines Europa). Esta evacuación de las masas judías de Europa es la primera condición para la solución del problema judío, pero esto no es posible más que por la instalación de esas masas en Palestina, en un Estado judío, con sus fronteras históricas. Resolver el problema judío de manera definitiva y liberar al pueblo judío es el objetivo de la actividad politica y durante largos años de lucha del Movimiento para la Liberación de Israel (Lehi) y de su Organización Militar Nacional en Palestina (Irguen Zevaï Leumi).

El NMO, conociendo la posición benévola del Gobierno del Reich hacia la actividad sionista en el interior de Alemania, y los planes sionistas de emigración estima que:

1) Podrían existir intereses comunes entre la instauración en Europa de un Orden Nuevo, según la concepción alemana, y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío como son encarnadas por el Lehi.

2) La cooperación entre la nueva Alemania y una nación hebraica renovada (Völkisch Nationalen Hebräertum) sería posible.

3) El establecimiento del Estado histórico judío sobre una base nacional y totalitaria unida por un tratado al Reich alemán podría contribuir a mantener y reforzar, en el futuro, la posición de Alemania en el Oriente Próximo.

A condición de que sean reconocidas, por el Gobierno alemán, las aspiraciones nacionales del Movimiento, para la Libertad de Israel (Lehi), la Organización Militar Nacional (NMO) ofrece participar en la guerra al lado de Alemania.

La cooperación del Movimiento de Liberación de Israel iría en el sentido de los recientes discursos del Canciller del Reich alemán, en los cuales Hitler subrayaba que toda negociación y toda alianza debía contribuir a aislar a Inglaterra y a combatirla.

Conforme a su estructura y su concepción del mundo, el NMO está estrechamente vinculado con los movimientos totalitarios europeos (110).

Según la prensa israelí, que ha publicado una decena de artículos sobre este tema, en ningún momento los nazis tomaron en serio las propuestas de Stern, de Shamir y de sus amigos. Las conversaciones se cortaron cuando las tropas aliadas detuvieron en junio de 1941 al emisario de Abraham Stern e Itzak Shamir, el Sr. Naftali Loubentchik, en la propia Oficina de los servicios secretos nazis en Damasco. Otros miembros del grupo prosiguieron los contactos hasta la detención,

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por las autoridades británicas, de Itzak Shamir, en diciembre de 1941, acusado de terrorismo y colaboración con el enemigo nazi. Un pasado semejante no fue obstáculo para que Itzak Shamir llegara a ser Primer Ministro y ser, aun hoy, el Jefe de una poderosa oposición, la más encarnizada en mantener la ocupación en Cisjordania. Ya que en realidad, los dirigentes sionistas, a pesar de sus rivalidades internas, continúan con el idéntico objetivo racista: expulsar por el terror, la expropiación o la expulsión, a todos los autóctonos árabes de Palestina, para quedarse como los únicos invasores y los únicos amos.

Ben Gurión declaraba: Beghin pertenece indiscutiblemente al tipo hitleriano. Es un racista dispuesto a destruir a todos los árabes en su sueño de la unificación de Israel, preparado, para realizar este objetivo sagrado, a utilizar todos los medios (111). El propio Ben Gurión jamás ha creído en la posibilidad de una coexistencia con los árabes. Cuantos menos árabes haya en los límites del futuro Estado (de Israel) mejor les irá. No lo dice explícitamente, pero la impresión que se desprende de sus intervenciones y de sus observaciones está clara: una gran ofensiva contra los árabes no sólo cortaría sus ataques sino también reduciría al máximo el porcentaje de población árabe en el Estado () Se me puede acusar de racismo, pero en este caso se debería hacer el proceso a todo el Movimiento Sionista, que se basa en el principio de una entidad puramente judía en Palestina (112). En el juicio de Eichmann en Jerusalén, el Procurador General Haïm Cohen recordaba a los jueces: si no coincide con vuestra filosofía, podéis criticar a Kastner... Pero ¿qué tiene esto que ver con la colaboración? Ha existido siempre en nuestra tradición sionista seleccionar una élite para organizar la inmigración en Palestina Kastner no ha hecho otra cosa (113). Este alto magistrado invocaba en efecto una doctrina constante del Movimiento Sionista: no tenía por objetivo salvar a judíos sino construir un Estado judío fuerte. El día 2 de mayo de 1948, el Rabino Klaussner, encargado de las Personas desplazadas, presentaba un Informe ante la Conferencia Judía Americana:

Estoy convencido de que es necesario obligar a la gente a volver a Palestina Sugiero la palabra fuerza Siempre ha sido efectiva y ha servido incluso recientemente. Para la evacuación de los judíos de Polonia y en la historia del Exodo

Para aplicar este programa, es preciso, en lugar de proporcionarles comodidades a las personas desplazadas, crearles las mayores incomodidades posibles En un segundo tiempo, continuar haciendo un llamamiento a la Haganah para hostigar a los judíos (114). Las variantes de este método de incitación e incluso de coerción han sido múltiples. En 1940, para suscitar la indignación contra los ingleses que habían decidido salvar a los judíos amenazados por Hitler, acogiéndoles en la Isla Mauricio, el barco que los transportaba, el mercante francés Patria, hizo escala en el puerto de Haïfa. El 25 de diciembre de 1940, los dirigentes sionistas de la Haganah (cuyo jefe era Ben Gurión) no vacilaron en hacerlo estallar, causando la muerte de 252 judíos y miembros ingleses de la tripulación (115). Yehuda Bauer confirma la realidad de este sabotaje llevado a cabo por la Haganah y el

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número de víctimas, en su libro Juifs à vendre (116).

Otro ejemplo lo encontramos en Irak donde la comunidad judía (compuesta por 110.000 personas en 1948) estaba bien arraigada en el país. El gran Rabino de Irak, Khedouri Sassoon, había declarado: Los judíos y los árabes han gozado de los mismos derechos y privilegios desde hace mil años y no se consideran como elementos separados en esta nación.

Entonces, comenzaron las acciones terroristas israelíes de 1950 en Bagdad. Ante las reticencias de los judíos iraquíes a inscribirse en las listas de inmigración hacia Israel, los servicios secretos israelíes no dudaron en convencer a los judíos de que se encontraban en peligro El ataque contra la Sinagoga Shem-Tov mató a tres personas e hirió a algunas decenas. De esta forma comenzó el éxodo bautizado como: Operación Alí Baba (117). Existe una doctrina constante desde que Théodore Herzl reemplazó la definición de judío en lugar de por su religión, por su raza. El articulo 4b de la Ley Fundamental del Estado de Israel (que carece de Constitución), que define la Ley del retorno (5710 de 1950), estipula: Se considera judío a la persona nacida de madre judía, o convertida (Criterio racial o criterio confesional) (118).

Esto se hallaba en la recta línea de la doctrina fundadora de Théodore Herzl. Este no cesa de insistir sobre ello en sus Memorias. Desde 1895, precisa de un interlocutor alemán (Speidel): Comprendo el antisemitismo. Los judíos hemos permanecido, aunque no haya sido por nuestra culpa, como cuerpos extraños en las diferentes naciones (119). Algunas páginas más adelante es todavía más explícito: Los antisemitas serán nuestros más seguros amigos, los paises antisemitas nuestros aliados (120).

El objetivo era común: reunir a los judíos en un ghetto mundial. Los hechos dieron la razón a Théodore Herzl. Los judíos piadosos, como también por otra parte muchos cristianos, repiten cada día: El año próximo en Jerusalén. Hacían de Jerusalén no un determinado territorio, sino el símbolo de la Alianza de Dios con los hombres y el esfuerzo personal para merecerla. Pero el Retorno no se produciría mas que bajo el impulso de las amenazas antisemitas procedentes de los países extranjeros. El 31 de agosto de 1949, dirigiéndose a un grupo de americanos de visita en Israel, Ben Gurión declaraba: Aunque hemos realizado nuestro sueño de crear un Estado judío, estamos todavía en el comienzo. No hay hoy más que 900.000 judíos en Israel, m1entras que la inmensa mayoría del pueblo judío se encuentra aún en el extranjero. Nuestra futura tarea es la de traer a todos los judíos a Israel.

El objetivo de Ben Gurión era el de traer a Israel a 4 millones de judíos entre 1951 y 1961. Llegaron 800.000. En 1960 no hubo, en todo el año, más que 30.000 inmigrantes. En 1975-76 la emigración de Israel superaba a la inmigración. Tan sólo las grandes persecuciones, como las de Rumania, dieron un cierto impulso al "Retorno". Tampoco las atrocidades hitlerianas consiguieron satisfacer el sueño de Ben Gurión. Entre las víctimas judías del nazismo que buscaron

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refugio en el extranjero entre 1935 y 1943, apenas el 8,5% fueron a instalarse en Palestina. Los Estados Unidos limitaron su acogida a 182.000 (menos del 7%); Inglaterra a 67.000( menos del 2%). La inmensa mayoría, es decir el 75%, encontró refugio en la Unión Soviética (121).

Un ejemplo típico de las manipulaciones de la Historia por los historiadores oficiales nos la ofrece el último libro de Yehuda Bauer, miembro del Instituto de Historia Contemporánea de los Judíos de la Universidad Hebraica de Jerusalén. Su libro lleva por título: Juifs à vendre, con el siguiente subtítulo: "Les négociations entre nazis et juifs. 1933-1945" (122). La obra tiene todas las apariencias externas de un trabajo científico, con sus 252 notas de referencias que ocupan 49 páginas del libro, con bibliografía, índice, etc.

Sólo apariencias, pues algunas fuentes que tratan sobre el mismo tema y que el autor no puede ignorar, se silencian (sin duda porque están en contra de su tesis que tiende a demostrar la predisposición de los dirigentes sionistas para arrancar a los judíos más desposeidos de las garras de Hitler, mientras que ellos practicaban, también, una selección (123). Entre los testimonios sobre la posición de Ben Gurión no hace ninguna alusión a la célebre biografía, por otra parte apologética, escrita por Bar Zohar: Ben Gourion, le prophète armé. Ed. Fayard, 1966, que no figura ni en la bibliografía, ni en el índice. Sin duda la aprobación por Ben Gurión de la Haavara, su principio de salvación selectivo de los judíos que acogería en Palestina, sus apreciaciones de Shamir como perteneciente al tipo hitleriano, la excluyen del horizonte histórico de Bauer.

Los trabajos de Yvon Gelbner que figuran en el Yad Vashem studies Vol.XII, p.189, por idénticas razones, tampoco se mencionan. Estos trabajos emanan por consiguiente de su familia espiritual sionista. Entre otras omisiones de este género: Le Septième Million de Tom Segev, que hizo, igualmente, sus estudios en la Universidad Hebraica de Jerusalén. En la actualidad es cronista de Haaretz, el diario de mayor tirada israelí.

Tampoco, en las siete líneas que consagra al Irgoun Tzvai Leumi (sin una nota siquiera) se evoca la hostilidad de esta organización contra Inglaterra en 1944. Ni la menor alusión a sus propuestas de colaboración con Hitler en 1941, cuyos autores, entre los que se encuentra Shamir, ni siquiera se citan (¡En un libro dedicado a las negociaciones entre nazis y judíos!).

El libro de Hannah Arendt sobre el mismo problema: Eichmann à Jerusalem y sus duros juicios sobre los Consejos judíos en sus relaciones con los nazis, se pasa en silencio, tanto en la bibliografía como en el índice. Lo mismo sucede con el libro de Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección del ghetto de Varsovia, que naturalmente no figura, en la página 352 del libro de Yehuda Bauer, en su palmares de héroes en el que figuran Kasztner, aunque fuera el "culpable de haber sustraido a nazis a la acción de la justicia", como reconoce Bauer y que se hubiera adueñado, en beneficio de Hitler, de la mayor fábrica de armamento de Hungría,

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la empresa Weiss. Bauer confecciona una lista de estos negociadores con Hitler añadiendo (124): todos fueron héroes, Todos merecen tal reconocimiento (125) sin el menor homenaje a los resistentes judíos caídos en la lucha contra el fascismo a los que nos referíamos en páginas anteriores.

Pero aparte de los aspectos científicos de estas distorsiones de la realidad cometidas por historiadores oficiales, que exalta o justifica cualquier negociación con Hitler (ocultando lo esencial), qué decir del a priori, político y moral: ¡sólo son héroes, los que han negociado con Hitler! ¡no los que le han ofrecido resistencia empuñando las armas! Incluso, aquellos que postulaban el boycot a Hitler a escala mundial, a los que Bauer minimiza su importancia estratégica al evocar sólo los intercambios económicos entre la Alemania nazi y Palestina (favorecidas por la negociación de la Haavara, enemiga del boycot) no son tampoco héroes. La intención del libro consiste en tratar de enmascarar una verdad fundamental: la preocupación central de los dirigentes sionistas, durante el régimen de Hitler, no era la de salvar a los judíos del infierno nazi, sino, según el plan del sionismo político fundado por Théodore Herzl, crear un Estado judío poderoso. Este programa exigía pues que, como en toda negociación se selecciona para la inmigración un material humano útil (que lleve consigo capitales o bien calificaciones técnicas o militares) y que no se conmueva por la suerte que corran los más desfavorecidos (viejos inmigrantes sin recursos y enfermos por las malas condiciones de los campos) y que hubiesen sido una carga y no una ayuda para construir el bastión.

La segunda tesis maestra del libro de Bauer consiste en hacer creer que la Guerra de Hitler era una guerra contra los judíos (126) y no, sobre todo una guerra contra el comunismo, lo que llevó a concentrar lo esencial de su potencia militar en el Este, buscando por el contrario firmar una paz separada con los Estados Unidos e incluso con Inglaterra, para asegurarse el dominio de toda Europa sin tener que combatir en dos frentes.

Todos los historiadores están de acuerdo en decir que Himmler prefería una paz separada con Occidente para consagrar todas sus fuerzas contra la amenaza bolchevique (127). Von Papen creía firmemente en una futura entente entre los Estados Unidos y Alemania para contener al comunismo (128). Las negociaciones entre los sionistas y los nazis tenían precisamente este objeto y es por lo que Bauer se siente obligado a reconocerlo, e incluso a recordarlo con frecuencia: Hitler permitía a Himmler negociar con los sionistas. Una nota personal de Himmler, redactada el 10 de diciembre de 1942 dice: He preguntado al Führer lo que opinaba sobre la idea de liberar a los judíos mediante el pago de un rescate. Me ha dado plenos poderes para aprobar operaciones de este tipo (129). Estas relaciones económicas y estos intercamblos tenían una razón política más profunda que el propio Bauer reconoce: utilizar las gestiones judías para ponerse en contacto con las potencias occidentales (130). Esta preocupación predominaba sobre las demás, los nazis conocían el peso de los lobbies sionistas acerca de los dirigentes occidentales.

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Los nazis sabían que, al contrario que los rusos, el Gobierno de Su Majestad y el de los Estados Unidos tienen la debilidad política de sufrir las presiones que los judíos ejercen sobre ellos (131).

Estos dirigentes hitlerianos hacían pasar con facilidad su antisemitismo a un segundo plano: Era evidente que a finales de 1944 la voluntad de Himmler era la de establecer contacto con el Oeste, sirviéndose para este fin, entre otros, de los judíos (132). Los dirigentes sionistas desempeñaban muy bien este papel de intermediarios.

En abril de 1944, Eichmann propuso al delegado sionista Brand, intercambiar un millón de judíos por 10.000 camiones (133) que se utilizarían exclusivamente en el Frente ruso.

Ben Gurión y Moshé Sharett (Shertok) apoyaron esta oferta, Ben Gurión haciendo un llamamiento personal a Roosevelt para que no permitiera dejar pasar esta oportunidad única y quizá la última de salvar a los últimos judíos de Europa (134). La finalidad estaba clara: Cambiar judíos por equipos estratégicos o incluso aún más establecer contactos diplomáticos con el Oeste, contactos que podrían conducir a una paz separada, o hasta tal era la esperanza a una guerra que asociara a los alemanes y a los occidentales contra los soviéticos (135). Este era el objetivo de Himmler, y los dirigentes sionistas aceptaron servirle de intermediarios. El complot fracasó cuando los americanos y los ingleses informaron a los soviéticos de que estos tratos llevarían a una verdadera traición, con respecto a los propios judíos, a todos los resistentes y a todas las víctimas del nazismo, pues el propio Bauer está obligado a reconocer: El papel esencial de la URSS en la lucha contra la Alemania nazi fue el principal apoyo de la firmeza aliada. La Wehrmacht fue derrotada en Rusia por el ejército rojo: la invasión de Francia, el 6 de junio de 1944, contribuyó ciertamente, a esta victoria final, pero no fue el factor decisivo. Sin los soviéticos, sin sus terribles sufrimientos y su heroísmo indescriptible, la guerra hubiese durado aún varios años, y quizá no se hubiera en verdad ganado (136).

¿Que pensar entonces de los que, por su egoísmo colectivo, como dice Bauer, aprovisionarían a Hitler de material estratégico basado en la promesa de que sólo se utilizaría en el Frente ruso? Si este mercadeo entre los dirigentes sionistas y los nazis se hubiera logrado, el sistema del que Auschwitz es el símbolo habría podido continuar sus crímenes. Además, y ésta es una idea que impregna todo el libro, se trataba sin duda de un egoísmo colectivo. Para ceñirnos al período tratado por Bauer diremos que entre 1933 y 1945, todas las negociaciones de los dirigentes sionistas con los nazis gozan del beneplácito de Bauer. Desde la Haavara que rompía el boycot contra Hitler, hasta el asunto de los camiones que iban a dirigirse contra los que en Stalingrado habían herido mortalmente a la bestia nazi y soportaban, en 1944, el peso de 236 divisiones de los nazis y sus satélites, al tiempo que tan sólo 19 divisiones alemanas se oponían en Italia a las tropas americanas, y 64 estaban repartidas desde Francia hasta Noruega.

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Resultó que, desde el principio hasta el final, los dirigentes sionistas no pensaban más que en construir un Estado fuerte en Palestina, trayendo para ello un material humano utilizable y, subsidiariamente, a judíos menos eficaces, pero en ningún momento pensaron en las responsabilidades que incumbía a toda la comunidad de los resistentes a Hitler, como si los nazis no hubieran tenido más enemigos ni más víctimas que los judíos, y que se tratara de socorrer únicamente a los judíos. También los ingleses terminaron por indignarse por esta voluntad de ignorar el sufrimiento de los 50 millones de víctimas del hitlerismo y de pedir socorro en favor de los judíos exclusivamente y ni siquiera de todos sino de aquéllos que podían ayudar a la creación de un Estado fuerte en Palestina.

La delegación londinense del Congreso Judío Mundial al sugerir la idea de una declaración común del Papa y de las Potencias occidentales, un miembro del Foreign Office apuntó: ¿seremos los instrumentos de estas personas? ¿Por qué el Papa debería condenar la exterminación de los judíos de Hungría, antes que la utilización de bombas incendiarias contra nuestro país? (137)

 

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2. El mito de la justicia de Nuremberg

Este Tribunal representa una continuación
de los esfuerzos de la guerrade las naciones aliadas.
Robert H. Jackson, Procurador General de los Estados Unidos
(Nuremberg, sesión del 26 de julio de 1946)

El 8 de agosto de 1945, los dirigentes americanos, ingleses, franceses y rusos se reunieron en Londres para ultimar: la persecución y los castigos a los grandes criminales de guerra de las potencias europeas del Eje, creando para ello un Tribunal militar internacional (artículo I, a).

Los crímenes quedaban definidos en el Título II, artículo ó.

1- Crímenes contra la paz que concernían a los responsables del desencadenamiento de la guerra.

2- Crímenes de guerra por la violación de las leyes y costumbres de la guerra.

3- Crímenes contra la humanidad, es decir esencialmente contra las poblaciones civiles.

La constitución de una jurisdicción semejante requiere algunas precisiones:

1·.- No era un Tribunal internacional puesto que no estaba formado más que por los vencedores y en consecuencia, sólo se tendrán en cuenta los crímenes cometidos por los vencidos (138). Como reconoció, con razón, el Procurador General de los Estados Unidos, Robert H. Jackson, que presidía la audiencia del 26 de julio de 1946: Los aliados se encuentran todavía técnicamente en estado de guerra contra Alemania Como Tribunal militar, este Tribunal representa una continuación el esfuerzo de guerra de las naciones aliadas.

2·.- Se trataba de un tribunal de excepción que constituía el último acto de guerra y que excluía, por principio, cualquier responsabilidad de los vencedores, entre ellas la iniciación de la guerra.

Se excluía, de antemano, cualquier recuerdo de lo que fue la causa del conflicto. En Nuremberg no se cuestionó si el Tratado de Versalles, con todas sus consecuencias, en particular la multiplicación de las quiebras y sobre todo el desempleo, no había propiciado la ascensión de alguien como Hitler al poder con el asentimiento de la mayoría del pueblo alemán (139). Tampoco se habló del pago impuesto a la vencida Alemania de 1918 (la única ley del más fuerte que quedó ya como figura del derecho), a título de reparación, de 132billones de marcos-oro (equivalentes a 165billones de francos-oro) cuando en aquella época la riqueza nacional de Alemania se evaluaba en 260billones de marcos-oro.

La economía alemana se encontró arruinada y el pueblo alemán reducido a la desesperación por la quiebra, la devaluación de la moneda y sobre todo el paro. Todo ello logró la ascensión de Hitler y le facilitó los argumentos a la hora de mantener su palabra en el compromiso más importante que propuso; anular el

[50]

Tratado de Versalles con su cortejo de miseria y de humillación.

La mejor prueba es el aumento en paralelo del desempleo y del éxito del Partido nacionalsocialista en las diferentes elecciones:

I. De 1924 a 1930

Fechas

Votos obtenidos

%

Escaños

N· de parados

4/05/24

1 918 000

6,6

32

320 711

7/12/24

908 000

3

14

282 645

20/5/28

810 000

2,6

12

269 443

II. De 1930 a 1933

Fechas

Votos obtenidos

%

Escaños

N· de parados

14/4/30

6 407 000

18,3

107

1 061 570

31/7/32

13 779 000

37,3

230

5 392 248

6/11/32

11 737 000

33,1

196

5 355 428

5/3/33

17 265 800

43,7

288

5 598 855

El éxito que Hitler obtuvo junto a sus aliados políticos al conseguir la mayoría absoluta en el Reichtag fue gracias a la ayuda aportada a su rearme por los hombres del dólar, de la libra y del franco. No es sólo el hecho de que la Caja central de propaganda del partido de Hitler estuviera sustentada por la banca alemana Schreider sino también el rearme fue ampliamente financiado por los grandes trusts americanos, ingleses y franceses.

Tal fué el caso del Consorcio químico americano Dupont de Nemours y del trust inglés Imperial Chemicals Industry, que subvencionaron a la I. G. Farben con la que se repartían el mercado mundial de la pólvora y el de la Banca Dillon de Nueva York que subvencionaba al Vereinigte Stahlwerke, trust alemán del acero. Otros estaban subvencionados por Morgan o Rockefeller, etc.

De esta manera la Libra y el Dólar participaron en el complot que llevó a Hitler al poder.

En Francia, a la pregunta dirigida al Ministro de Economía nacional, por el senador Paul Laffont, sobre las cantidades de mineral de hierro exportadas a Alemania desde 1934, la respuesta fue la siguiente:

Las cantidades de mineral de hierro (N· 204 de la tarifa de aduanas) exportadas con destino a Alemania en el transcurso de los años 1934, 1935, 1936 y 1937 se consignan en el cuadro adjunto:

[51]

Año

Cantidades (en quintales métricos)

1934

17 060 916

1935

58 616 111

1936

77 931 756

1937

71 329 234

(Fuente: Diario oficial de la República Francesa
del 26 de marzo de 1938).

Pero ni los directivos de los grupos Dupont de Nemours, Dillon, Morgan, Rockfeller, ni François de Wendel, fueron interpelados en Nuremberg sobre el capítulo consagrado al complot contra la paz (140).

Se invoca con frecuencia a las imprecaciones de Hitler y de los principales dirigentes nazis contra los comunistas y los judíos. En el capítulo XV del segundo volumen del Mein Kampf donde Hitler evoca el pasado al hablar de la guerra de gases iniciada por los ingleses durante la Primera Guerra Mundial, capítulo que se titula: El derecho de legitima defensa dice:

Si al principio y en el transcurso de la guerra se hubiera sometido, de una sola vez, a 12 o 15.000 de esos hebreos a esos gases tóxicos, que centenares de miles de nuestros mejores trabajadores alemanes de todo origen y toda condición debieron sufrir en el frente, el sacrificio de millones de hombres no hubiera sido en vano. Muy al contrario, si nos hubiéramos librado a tiempo de esos 12.000 granujas, habríamos tal vez salvado las vidas de un millón de buenos y valientes alemanes de prometedor futuro.

En un discurso ante el Reichstag, el 30 de enero de 1939, dijo también:

Si los medios judíos internacionales de las finanzas en el interior y en el exterior de Europa hubieran logrado despertar una nueva fe de los pueblos en una guerra mundial, el resultado no sería la bolchevicación de la tierra con el corolario de la victoria del judaísmo, sino el aniquilamiento (Vernichtung) de la raza judía de Europa Pues la época en la que los pueblos no judíos no eran libres y estaban indefensos ante la propaganda se ha terminado. La Alemania nacionalsocialista y la Italia fascista están dotadas de las instituciones que les permitirán, cada vez que sea necesario, ilustrar al mundo sobre los pormenores de una cuestión que numerosos pueblos persiguen instintivamente, sin poder explicarlo científicamente.

Los judíos pueden proseguir su campaña de hostigamiento en algunos Estados, protegidos como lo están por el monopolio que ejercen sobre la prensa, el cine, la propaganda radiofónica, los teatros, la literatura y me quedo corto. Sin embargo, si este pueblo consigue una vez más precipitar a millones de personas en un conflicto totalmente absurdo para ellas, aún cuando pudiera ser provechoso para los intereses judíos entonces

[52]

se pondría de manifiesto la eficacia de un trabajo didáctico que ha permitido en unos pocos años, tan sólo en Alemania, abatir completamente (restlos erlegen) al judaísmo (141)

El 30 de enero de 1941, Hitler dijo al conjunto de los judíos de Europa que ellos habrían terminado dedesempeñar su papel, en caso de una guerra generalizada. Posteriormente en un discurso del 30 de enero de 1942, declararía que la guerra vería el aniquilamiento del judaísmo en Europa. El testamento político de Hitler publicado por el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg abunda en este sentido. Se puede leer concretamente:

No he dejado albergar ninguna duda sobre este particular. Si estos conspiradores internacionales del mundo del dinero y de las finanzas vuelven a tratar a los pueblos de Europa como paquetes de acciones, ese pueblo, que es el verdadero responsable de este conflicto homicida, tendrá que rendir cuentas.

No he dejado a nadie en la incertidumbre de la suerte que le espera a aquel pueblo por el que millones de niños de los pueblos arios de Europa deben morir de hambre, millones de adultos deben perecer y cientos de miles de mujeres y de niños son quemados y sucumben en los bombardeos de sus ciudades. Aunque se haga con los medios más humanos, el culpable deberá expiar su pecado.

Hitler habla de destruir una influencia; Himmler habla más directamente de aniquilar a las personas.

He aquí, por ejemplo, lo que decía Himmler en un discurso dirigido a los comandantes de las fuerzas navales en Weimar, el 16 de diciembre de 1943:

Cuando, en cualquier lugar, me he visto obligado a dar, en un pueblo, la orden de ir contra los partisanos y contra los comisarios judíos, sistemáticamente doy la orden de matar a sus mujeres y a sus hijos.

Este salvajismo no era desgraciadamente atributo de un solo campo.

El 4 de septiembre de 1940, Hitler declara en el Sportpalast:

Si la aviación inglesa arroja tres o cuatro mil kilos de bombas, nosotros les arrojaremos cien, ciento cincuenta, doscientas, trescientos, cuatrocientos mil kilos y aún más en una sola noche.

Esto constituye una loca exageración de las posibilidades de bombardeos estratégicos de la Luftwaffe, pero demuestra el grado de odio que se suscitaba contra los pueblos en los dos bandos.

En respuesta, Clifton Fadiman, editor de la revista semanal New Yorker y figura de proa de los Writers War Board, agencia literaria oficiosa del Gobierno, sollcitaba en 1942 a los escritores: suscitar un odio ardiente contra todos los alemanes y no sólo contra los dirigentes nazis.

Estas palabras provocaron controversia, Fadinan prosiguió: la única forma de hacer razonar a los alemanes es matándolos. Y aún así pienso que seguirán sin comprender.

En abril de 1942, haciendo el elogio de un libro de De Sales

[53]

The making of tomorrow (Preparar el mañana) desarrolla su concepción racista y escribe: la actual agresión nazi no es la obra de un grupo de gángsters, sino más bien la expresión final de los más hondos instintos del pueblo alemán. Hitler es la encarnación de fuerzas mayores que él. La herejía que predica tiene una antiguedad de 2.000 años. ¿Cuál es esta herejía? Ni más ni menos que la rebelión contra la civilización occidental que comenzó con Arminius Las dimensiones de esta guerra se ven desde este punto de vista con una claridad meridiana

El aprobaba la sugerencia de Hemingway: la única solución final (The only ultimate settlement) sería esterilizar a los nazis, en el sentido quirúrgico del término.

Ridiculizaba a Dorothy Thomson que establecía una distinción entre los nazis y el resto de los alemanes. Esta no era una opinión aislada. Después del discurso de Hitler en el Sportpalast el Daily Herald de Londres publicaba un artículo del reverendo C. W. Wipp en el que decía:

La consigna debe ser: barrerles, y para ello, concentrar nuestra ciencia en el descubrimiento de nuevos y más terroríficos explosivos Un Ministro del Evangelio quizá no debería dejarse llevar por tales sentimientos, pero francamente digo, si pudiera, borraría a Alemania del mapa. Es una raza diabólica que ha sido la maldición de Europa durante siglos.

Felizmente se alzarán protestas contra tales aberraciones en Inglaterra donde el pueblo, al igual que el pueblo alemán y su alta cultura, podía ser confundido por estos dirigentes sanguinarios y charlatanes del odio y de la muerte.

En el mes de enero de 1934, el dirigente sionista WladimirJabotinsky declaraba al periódico judío Natscha Retsch: Nuestros intereses judíos exigen el aniquilamiento definitivo de Alemania, el pueblo alemán en su totalidad representa para nosotros un peligro.

Churchill, por su parte, decía a Paul Reynaud, el 16 de mayo de 1940: Haremos padecer hambre a Alemania. Destruiremos sus ciudades. Incendiaremos sus cosechas y sus bosques (142).

En 1942, el Ministro británico Lord Vansittart, verdadero apóstol del odio, para justificar el terror de los bombardeos británicos declaraba: Los únicos alemanes buenos son los alemanes muertos así pues, ¡que las bombas les lluevan!

En julio de 1944, Winston Churchill dirigía a su Jefe de Estado Mayor, el General Hastings Imay, un memorándum de cuatro páginas donde le proponía el siguiente proyecto:

Quiero que Vd. reflexione muy seriamente sobre la cuestión de los gases asfixiantes

Es absurdo tomar en consideración la moralidad en este asunto cuando todo el mundo los ha puesto en práctica durante la última guerra sin que haya habido protestas por parte de los moralistas o de la Iglesia. Por otra parte, en aquella época, el bombardeo de ciudades abiertas estaba considerado prohibido, y hoy todo el mundo lo practica como una cosa que es evidente. Se trata simplemente de una moda, comparable a la evolución del largo de las faldas de las mujeres Quiero que se examine fríamente cuanto

[54]

costaría el utilizar los gases asfixiantes No debemos dejar que nos aten las manos por principios bobos

Podriámos inundar las ciudades del Ruhr y otras ciudades de Alemania de tal forma que la mayoría de sus poblaciones tuvieran necesidad de asistencia médica constante Será necesario esperar quizá algunas semanas o incluso algunos meses antes de que os pida inundar Alemania de gas asfixiante. Desearía que esta cuestión fuese examinada fríamente por personas sensatas y no por un equipo en uniforme de cantantes de salmos aguafiestas con los que uno se cruza por doquier (143).

Ni Churchill, ni Stalin, ni Truman se sentaron en el banquillo de los criminales de guerra.

Además no se incluyeron en la causa a los autores de los más innobles llamamientos al crimen. Por no citar más que dos ejemplos entre los más delirantes: el llamamiento a un genocidio, en esta ocasión en el verdadero sentido de la palabra lanzado en 1942, en el libro del judío americano Theodor Kaufman: Germany must perish (Alemania debe morir) cuya tesis maestra es la siguiente: Los alemanes (cualesquiera que sean: antinazis, comunistas, o incluso filosemitas) no merecen vivir. En consecuencia, al término de la guerra se movilizará a 20.000 médicos para que cada uno esterilice a 25 alemanes o alemanas por día, de tal manera que en tres meses no quede un solo alemán capaz de reproducirse, y en sesenta años la raza alemana sea totalmente eliminada.

Esto fue una ganga para alimentar el antisemitismo: Hitler recomendó leer párrafos de este libro en todas las cadenas de radio. O también el Llamamiento al Ejército Rojo, publicado por el escritor soviético Ilya Ehrenbourg, en octubre de 1944:

¡Matad, matad! ¡Entre los alemanes no hay inocentes, ni entre los vivos, ni entre los que están a punto de nacer! Ejecutad las instrucciones del camarada Stalin para aplastar para siempre a la bestia fascista en su cueva. Destrozad, por la violencia, el orgullo de las mujeres germánicas. Tomadlas como botín legítimo. Matad, matad, valientes soldados del Ejército Rojo en vuestro asalto irresistible (144).

Estos no se encontraban entre los acusados de Nuremberg, ni tampoco los Jefes de Estado que les protegían.

Ni los responsables anglo-americanos del bombardeo de Dresde, que causó 200.000 víctimas civiles, y sin ningún interés militar, puesto que el Ejército soviético había ya cumplido sus objetivos.

Ni siquiera el presidente americano Truman, responsable del apocalipsis atómico de Hiroshima y Nagasaki que causó 30.000 víctimas civiles, en este caso también sin necesidad militar puesto que la rendición del Japón había sido ya tomada por el Emperador.

Ni Beria y Stalin, por ejemplo, que achacaron a los alemanes la matanza de los miles de oficiales polacos cometida por ellos en Katyn.

* * *

[55]

Los métodos del procedimiento pusieron de manifiesto los mismos principios (o mejor dicho, la misma ausencia de principios): se eligió a los acusados únicamente entre los vencidos.

El Estatuto de este Tribunal lo definía así:

* Artículo 19: El Tribunal no estará vinculado por las reglas técnicas relativas a la administración de las pruebas. Adoptará y aplicará dentro de lo posible un procedimiento rápido (la versión inglesa dice expeditive) y no formalista, y admitirá cualquier medio que considere que tenga un valor probatorio.

* Artículo 21: El Tribunal no exigirá que se aporten pruebas de los hechos de pública notoriedad, sino que los tendrá por probados. Considera igualmente como pruebas auténticas los documentos e informes oficiales de los Gobiernos Aliados.

Tal fue el monstruo jurídico, cuyas decisiones fueron canonizadas y tenidas por criterios de una intocable verdad histórica, según la ley Gayssot-Fabius del 13 de julio de 1990.

Este texto inserta en la ley sobre la libertad de prensa de 1981, un artículo 24 bis que dice:

Serán castigados con las penas establecidas en el párrafo sexto del artículo 24 (con prisión de un mes a un año y multa de 2.000 a 300.000 Francos o una de ambas penas solamente), a los que cuestionen, por cualquiera de los medios enunciados en el artículo 23, la existencia de uno o varios crimenes contra la humanidad tal como fueron definidos en el artículo 6 del Estatuto del Tribunal militar internacional anexo al acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945 y que haya sido cometido por los miembros de una organización declarada criminal en aplicación del artículo 9 del referido Estatuto, o lo sea por una persona reconocida culpable de tales crimenes por una jurisdicción francesa o internacional.

El Tribunal podrá además ordenar:

1· La publicidad de su decisión en las condiciones previstas por el artículo 51 del Código Penal;

2· La publicación o la inserción de un comunicado en las condiciones previstas por el artículo 51-1 del Código Penal, sin que los gastos de la publicación o de inserción puedan exceder del máximo de la multa puesta.

* * *

El procedimiento del Tribunal de Nuremberg levantó objeciones incluso entre los juristas americanos de más alto nivel: los del Tribunal Supremo.

Comenzando por el Juez Jackson que fue su Presidente. El historiador inglés David Irving, quien reconocía haberle juzgado mal en un principio, aporta el siguiente testimonio:

Los juristas de renombre, en el mundo entero, sintieron verguenza por el proceso de Nuremberg. Ciertamente, el Juez Robert H. Jackson, Presidente americano de los acusadores se avergonzaba de tales procedimientos; esto se evidencia en su

[56]

diario personal que he leído personalmente.

Tuve el privilegio de haber tenido acceso a las Memorias del Juez Jackson en la Biblioteca del Congreso Poco tiempo después de que Robert H. Jackson recibiera como encargo del Presidente Truman la tarea de dirigir a los jueces americanos en el proceso de Nuremberg (mayo de 1945), tuvo conocimiento de los planes americanos sobre el bombardeo con bombas atómicas. No se encontró a gusto en la tarea que se le había confiado: perseguir, en nombre de una nación, actos que ella misma también había cometido, pues era consciente de que los Estados Unidos había cometido un crimen aún mayor (33.9392 y 9394) (145).

Al referirse al libro de Alpheus Thomas Mason sobre Harlan Kiske Stone, Pilier de la loi (Harlan Kiske Stone era Jefe del Tribunal Supremo de los Estados Unidos) el abogado Christie cita la página715 de este libro, cuando Stone escribe al Director de la revista Fortune que, no sólo él desaprueba tal proceso, sino que considera que se trata de un Linchamiento a gran escala (146).

El Juez Wennerstrum, del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Presidente de uno de los Tribunales, estuvo tan asqueado por aquella atmósfera y el comportamiento de los abogados, procuradores que rehusó su nombramiento y abandonó súbitamente Alemania para regresar a los Estados Unidos. Expuso al Chicago Daily Tribune el 23 de febrero de 1948 sus objeciones con respecto a la organización y al proceso. Menciona especialmente el clima de odio y parcialidad de los extranjeros que acababan de obtener la nacionalidad americana (147).

En cuanto a los principales acusados: Höss, Streicher, Pohl, fueron torturados (23.5919).

En virtud de los Estatutos de Nuremberg según los cuales los informes de las comisiones de encuestas aliadas tenían el valor de prueba, el informe soviético sobre Katyn, acusando a los alemanes de la matanza de 11.000 oficiales polacos fue aceptado por los vencedores como prueba auténtica, indiscutible, el 8 de agosto de 1945 (148).

El Procurador General soviético, el General Rudenko, pudo decir que, según el artículo 21 del Estatuto del Tribunal de Nuremberg, él no podía ser objeto de una acusación (149).

El 13 de abril de 1990 la prensa internacional anunciaba que el crimen de Katyn tenía por autor a Beria y las autoridades soviéticas. El profesor Naville, de la Universidad de Ginebra, había procedido a examinar los cadáveres, y había encontrado en sus bolsillos los documentos de 1940 que probaban que la ejecución se había cometido en esta fecha. En 1940 la región de Smolensk estaba ocupada por los soviéticos.

* * *

Para no desviarnos de nuestro tema: los mitos fundacionales del Estado de Israel, nos ceñiremos a examinar una de las controversias que todavía subsisten, después

[57]

de casi medio siglo : el mito de los 6millones de judíos exterminados convertido en dogma justificando y sacralizando (como implica la propia palabra: Holocausto) todas las exacciones del Estado de Israel en Palestina, en todo el Próximo Oriente, en los Estados Unidos y, por su mediación, en toda la política mundial, colocándolo por encima de cualquier Ley Internacional.

El Tribunal de Nuremberg oficializó la cifra, que no ha cesado, desde entonces, de servir para manipular a la opinión pública, en la prensa, hablada o escrita, en la literatura y el cine, e incluso en los manuales escolares.

Ahora bien, esta cifra no se apoya más que en dos testimonios: en el del Obersturmbannführer Dr. Wilhelm Hoettl, jefe de la Oficina Adjunta de la Sección IV de la Oficina Central de Seguridad del Reich, y el de Wisliceny.

He aquí lo que declaró el primero:

En abril de 1944, dijo a los jueces de Nuremberg, el S.S. Obersturmbannführer Adolf Eichmann a quien conocía desde 1938 tuvo una conversación conmigo en mi apartamento de Budapest Sabía que estaba considerado como criminal de guerra por las naciones Aliadas porque tenía miles de vidas judías sobre su conciencia. Le pregunté cuántas y me respondió que, aunque el número era un alto secreto, me lo diría. Según diversas informaciones que le habían llegado, la conclusión era que en los diferentes campos de exterminio debían haber muerto alrededor de 4millones de judíos mientras que 2millones debían haber encontrado la muerte de cualquier otra forma (150).

Y el segundo:

Eichmann decía que saltaría de risa en la tumba, pues la impresión de tener 5millones de personas sobre la conciencia sería para él motivo de una extraordinaria satisfacción.

De estos dos testimonios, el mismo Poliakov dice:

Se podría objetar que una cifra tan imperfectamente establecida deba ser considerada como sospechosa (151).

El periódico hebreo de Nueva York Der Aufbau del 30 de junio de 1965 señalaba que hasta esa fecha 3.375.000 personas habían realizado solicitudes de reparación a título de los daños sufridos en el período de la dominación de Hitler.

Añadamos que el principal testimonio, el más completo y el más preciso, fue el de Hoettl, agente del Intelligence Service (152).

Confirmando las objeciones de los grandes juristas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y de tantos otros, sobre las anomalías jurídicas del Tribunal de Nuremberg, citaremos solamente, a título de ejemplo, las violaciones de las reglas constantes en el procedimiento de cualquier verdadero proceso:

1- El establecimiento y la verificación de la autenticidad de los Textos producidos.

2- El análisis del valor de los Testigos y de las condiciones en que fueron obtenidos sus testimonios.

3- El examen científico del arma del crimen para establecer su funcionamiento y sus efectos.

NOTAS

94. Ben-Yeruham, Le Livre de Betar, T-II, p. 350.
95. Carta circular de Bulow-Schwante a todas las misiones diplomáticas del Reich, n· 83, 28 de febrero de 1934.
96. Carta n· Z U 83- 21. 28/8 del 13 de abril de 1935.
97. Kurt Grossmann, Sionistes et non-sionistes sous la loi nazie dans les années 30»,
Yearbook, Vol. VI, p. 310.
98. Leibowitz,
Israël et Judaïsme, Ed. Desclée de Brouwer, 1993. p. 116.
99. Ben Gourion et Shertok en Black:
L'Accord de la Haavara, p. 294. Citado por Tom Segev, op. cit. p. 30 y 595.
100. Gruenbaum,
Jours de destruction, p. 68.
101. Citado por Tom Segev, op. cit. p. 158.
102. Citado por Tom Segev, op. cit. p. 125.
103. Hannah Arendt,
Eichmann en Jerusalén (p. 134-141).
104. Isaías Trunk,
Judenrat, Ed. Mac Millan. Nueva York 1972.
105. Isaías Trunk,
Judenrat, Ed. Mac Millan. Nueva York 1972, p. 141.
106. Nahum Goldman.
Autobiographie, Op. Cit. p. 157-158, p. 260.
107. Ruth Bondy,
The Emissary: a life of Enzo Sereni, p. 45.
108. Nahum Goldman,
Autobiographie, op. cit. p. 170.
109. Bar Zohar, Ben Gurion.
Le Prophète armé. Fayard. París 1966. p. 99.
110. El texto en alemán se encuentra en el Apéndice n· 11, en el libro de David Yisraeli:
Le Problème palestinien dans la politique allemande, de 1889 a 1945, Bar Ilan University, Ramat Gan, Israel, 1974, p. 315-317.
111. E. Haber,
Menahem Beghin, the man and the legend, Ed. Delle Book. Nueva York, 1979, p. 385.
112. Bar Zohar, op. cit. p. 146.
113.
Court record 124/53. Jerusalén District Court.
114. Alfred H. Lilienthal.
What Price Israel. Chicago 1953, p. 194-195.
115. Dr. Herzl Rosenblum, director de
Yediot Aharonoth, revelación hecha en 1958, y la justificación que se dio en Jewish Newsletter N. Y. Noviembre 1958.
116. Yehuda Bauer,
Juifs à vendre, Ed. Liana Levi, París 1996. Traducción del inglés por Denis Authier. (Yale University Press, 1994)., p. 84.
117.
Ha'olam hazeh, 20 de abril y 1· de junio de 1966 y YediotAharonoth del día 8 de noviembre de 1977.
118. Klein.
L'Etat juif, Ed. Dunod. París. p. 156.
119. T. Herzl,
Diaries, p. 9.
120. T. Herzl,
Diaries, p. 19.
121.
Institute for Jewish Affairs de Nueva York, citado por Christopher Sykes en Crossroads to Israel, Londres 1965 y por Nathan Weinstock: Le Sionisme contre Israël, p. 146.
122. Yehuda Bauer,
Juifs à vendre, Les négociations entre nazis et juifs. 1933-1945. Ed. Liana Levi, París 1996. Traducción del inglés por Denis Authier. (Yale University Press, 1994).
123. Cf. supra p.61, textos de Tom Segev.
124. Yehuda Bauer, p. 352.
125. Yehuda Bauer, p. 354
126. Yehuda Bauer, p. 72.
127. Yehuda Bauer, p. 167.
128. Yehuda Bauer, p. 189.
129. Yuehuda Bauer, p. 148.
130. Yehuda Bauer, p. 283.
131. Yehuda Bauer, p. 260.
132. Yehuda Bauer, p. 326.
133. Yehuda Bauer, p. 227 y 229.
134. Yehuda Bauer, p. 265.
135. Yehuda Bauer, p. 343.
136. Yehuda Bauer, p. 347.
137. Yehuda Bauer, p. 393.
138. Imaginemos que en este tribunal hubieran tomado asiento los representantes de los países neutrales, o representantes de los paises colonizados : los indios de Asia o de América, los negros de Africa, asiáticos, que sufren desde hace quinientos años la feroz dominación que Hitler había infringido a los blancos.
139. En 1919, el célebre economista Lord George Maynard Keynes, decía:
Con un tratado así, en veinte años tendréis una nueva guerra.
140. Los Estados Unidos produjeron cerca de 135.000 toneladas de agentes químicos tóxicos durante la guerra, Alemania 70.000 toneladas, el Reino Unido 40.000 toneladas y Japón 7.500 toneladas.
141. I.M.T. Vol. XXXI p. 65
142. Paul Baudouin,
Neuf Mois au gouvernement, La Table Ronde, 1948, p. 57.
143.
American Heritage n· de agosto-septiembre 1985.
144. Citado por el Almirante Doenitz,
Dix ans et vingt jours, p. 343-44.
145. Las referencias limitadas a un número remiten a los minutos del juicio de Toronto de 1988, publicadas por Bárbara Kulaszka, Toronto, agosto 1992.
146. High-grade lynching party in Nuremberg. (5.995-996) p. 716.
147. En su libro
The Jewish paradox (Grosset& Dunlap, 1978, p. 122) el Doctor Goldman precisa: Durante la guerra, el Congreso Mundial Judío abrió una sede de un Instituto para los asuntos judíos en Nueva York. Los directores fueron dos grandes juristas judíos lituanos,Jacob y NehemiahRobinson. Gracias a su esfuerzo, el instituto elaboró dos ideas completamente revolucionarias: el Tribunal de Nuremberg y las reparaciones alemanas.
148. Documentos de la URSS 54, en el volumen 39 del T. M. I. p. 290.32.
149. Estatutos del Tribunal de Nuremberg, XV, p. 300.
150. Proceso de Nuremberg, tomo IV, p. 657.
151. Revista de Historia de la Segunda Guerra Mundial, octubre 1956.
152. La revista inglesa
Week end del 25 de enero de 1961, que publicaba en su portada la fotografía de Hoettl, coneste titular: Historia de un espía más raro que la ficción: este amigo de los dirigentes nazis tenía por jefe a un hombre de los servicios secretos británicos.
153. Olga Wurmser-Migot.
Le Système concentrationnaire nazi. P. U. F. 1968, p. 544 y p. 13.
154. Lucy Dawidowicz.
The War against the Jews, 1975. p.121.




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Título original: Roger Garaudy,
Les Mythes fondateurs de la politique israélienne. 2a édicion: Samiszdat Roger Garaudy, Paris, 1996.
No copyright. Reproduction libre.
© Historia XXI Ap. C. 14.243 08080 - Barcelona 1a edición: Diciembre 1997 Traducción:
José Luis Jérez Riesco. ISBN: B-84-923089-0-7 Depósito legal: B.48.721-97.

 


"Israel en tanto que estado judío constituye un peligro no sólo para sí mismo y sus habitantes sino para todos los judíos y para todos los demás pueblos y estados de Oriente Medio y de más allá de esta región."

- Prof. Israel Shahak, autor antisionista israelí.


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